Hace frío, mucho frío, pero mi casa es cálida.
Venía tratando de decidir a cual de los planes de viernes que tengo a mano iba a acceder,
pero se me ocurrió una idea mejor, quedarme conmigo.
Encendí un sahumerio, destapé un vino, le puse música a mi ambiente casi oscuro y me invité,
me propuse una noche tranquila, sin palabras, para agasajar a esa persona que amanece conmigo cada día y que siento respirar cada noche antes de dormir.
Hacemos y somos tanto por y para los otros, que a veces me olvido de mí.
Creemos y queremos conocer algo del mundo, pero todavía esto que somos puede sorprendernos.
Quién puede temerle a la soledad? no creo que haya otra forma de reconocerse.
Cocino mi plato preferido y mientras tanto escribo..
Puedo estar mejor acompañada ?
no-
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